1.- El aire acondicionado cuando entras.
2.- Los niños sentados y en silencio (no se los vayan a llevar a la cocina para preparar croquetas chinas o japonesas...o coreanas)
3.- Los pijoprogres de barrio que van de cosmopolitas (de mierda) y se hacen la picha un lío con los palillos.
4.- Pedir cubiertos y quedarte tan ancho.
5.- Unos entremeses muy buenos.
6.- Una sala decorada sin estridencias.
7.- La minifalda tejana de una de las comensales de la mesa de al lado.
8.- Los peces de colores del acuario.
9.- El pan chino (sí, chino, recuerdo que es un restaurante japonés de barrio, para no iniciados)
10.- La sopa miso japonesa (japonesa de aquella manera, me remito a la nota anterior)
11.- La cerveza fría con zumo de limón y gaseosa, en libre interpretación de la clara de toda la vida.
12.- El sushi. Los postres (tempura de helado: ¡espectacular!)
13.- El café y el precio final. La extraordinaria amabilidad de la camarera.
14.- Fin de la cita a las 21:22.