Ayer se celebraron elecciones anticipadas en Galicia y Euskadi, con unos resultados que confirman las encuestas ( la masa es más predecible de lo que nos gustaría pensar)
Como siempre que se adelanta una cita electoral, los partidos convocantes lo hacen por propio interés, ya sea para aumentar una mayoría o para amainar una caída libre en las intenciones de voto. Es algo que han conseguido los populares gallegos en el primer caso, pero no los socialistas vascos en el segundo.
El todavía lehendakari Patxi López ha chocado con la tozuda realidad de una sociedad vasca con un fuerte componente nacionalista y todavía devota de ciertos postulados sabinianos.
Un pacto contra natura entre socialistas y populares, sumado a la ausencia de la izquierda nacionalista por imperativo de una malísima ley, propició un gobierno extraño que, pese a las circunstancias, ha llevado a cabo una gestión aceptable de la crisis.
Queda por ver ahora en quién se apoya el PNV para administrar los seguros recortes que se avecinan, no hay que olvidar que son tan de derechas como CiU y el PP. Y parece que las casas de apuestas mediáticas se inclinan por el PSOE.
En Galicia se ha dado una convergencia de factores que favorecen, y mucho, al PP: la ley electoral favorable a los partidos mayoritarios, el caciquismo enquistado en las diputaciones, la abstención cercana al cuarenta por ciento del censo electoral - un dato que sería alarmante en una democracia verdadera- y la ya tradicional fragmentación de la izquierda. Un dato que me parece revelador y relevante, por cierto, es el de no contar al PSdG como fuerza de izquierda cuando se habla de esta fragmentación.
Me gustaría añadir, como aclaración, que el caciquismo no es un fenómeno estrictamente gallego. Y los que conocen el mundo rural catalán y los modos de hacer convergentes, por ejemplo, sabrán de qué hablo.
El apunte sobre el PSdG se puede aplicar a todo el PSOE, ya sin complejos de ningún tipo: no es un partido de izquierdas y no puede reclamar ningún voto útil para la izquierda. Añado a esta consideración, la más que probable guerra desatada por los pésimos resultados, de la que no sé si saldrá un nuevo líder, pero es seguro que dejará muy tocados a Rubalcaba y Valenciano.
Para los que deseamos una izquierda fuerte y vencedora, es un motivo de ( gran) esperanza el resultado de la Alternativa Galega de Esquerda.