«General, vigile a su hija: ha intentado sentarse sobre mis rodillas cuando yo aún estaba de pie». Phillip Marlowe.
domingo, 12 de mayo de 2013
Don Manuel Azaña Díaz, presidente de la República.
Tal día como hoy, hace 77 años, se elegía por amplia mayoría parlamentaria al último jefe de Estado legítimo que ha tenido España: don Manuel Azaña Díaz, natural de Alcalá de Henares y muerto en Francia a los sesenta años de edad.
Manuel Azaña fue uno de aquellos brillantes intelectuales que España se dio a sí misma, durante los cincuenta años de la Edad de Plata. Abogado y escritor de familia acomodada, su pronta conciencia social le llevó a acercarse, paulatinamente, a los círculos republicanos de Madrid, muy críticos con la corrupción de una clase política que saqueaba el Estado de manera sistemática, con la aquiescencia de un monarca incompetente, ladrón y juerguista.
Azaña alcanzó la presidencia cuando ya se intuía la posibilidad de una gran acción de fuerza del Ejército; hombre de poca energía, careció de la firmeza necesaria para conducir la guerra, y acabó enfrentado a los sucesivos gobiernos republicanos - singularmente a los presididos por el doctor Juan Negrín-.
Azaña renunció a la primera magistratura en el exilio francés, con la salud quebrada y plena conciencia de que no volvería a ver España. Fue un hombre ciertamente incomprendido, que no supo hacer valer su honestidad y sus sinceros deseos de paz.
Actualmente está enterrado en el cementerio de Montauban, Francia. Se ha respetado su deseo de no repatriar su cadáver.