Hoy hace ochenta años las mujeres ejercieron, por primera vez en España, su legítimo derecho al voto, a participar activamente en la vida política del país. Aquellas elecciones las perdió la izquierda y esa derrota fue, de inmediato, achacada a las mujeres. Cosa que no sucedió en 1936, por cierto, con una participación femenina todavía mayor y una amplia victoria del Frente Popular.
La principal impulsora del voto femenino, Clara Campoamor, pagaría con el ostracismo y el desprecio su lucha en favor, no ya de la igualdad, sino de la racionalidad y la justicia. Es necesario reivindicar su figura: mal se hubiera entendido el prurito reformista y transformador de la II República, sin la participación de la mitad femenina de España.