No tengo muchas oportunidades para ir al cine a una buena hora, una buena sala y con una buena compañía, así que ayer estaba realmente feliz. Todo apuntaba a dos horas inolvidables con Sorrentino hasta que empezó la película.
Youth es pedante, deslavazada, demasiado larga y realizada pensando en el elogio de la crítica francesa, tan proclive a encumbrar cineastas "diferentes" en "su" festival, Cannes, del que Sorrentino es asiduo. El italiano está muy lejos de La grande bellezza o su excelente Il divo, que apuntaban a un "risorgimento", si se me permite decirlo, del cine italiano, inmerso en una larguísima crisis creativa desde finales de los sesenta. La obra tiene algunos momentos brillantes, propios del gran director que en algún momento ha demostrado ser Sorrentino, y una historia llena de personajes irrelevantes, desde el actor en crisis a la miss o la propia hija de uno de los protagonistas. No es la primera vez que un gran director comete el error de pensar que un guion plagado de escenas referidas al paso del tiempo, la vejez, la juventud o el sexo y la muerte da como resultado una obra maestra. Craso error que pagamos los de siempre.
Quedo a la espera de una nueva ocasión para ver una película a la altura de las mejores o, en otro caso, el anuncio de una retirada temporal del director. Para meditar.