Hace muy pocos días, una diputada de las CUP, Anna Gabriel Sabaté, probablemente una de las cabezas mejor amuebladas del independentismo, concedió una entrevista a un programa de la radio pública de Catalunya llamado El Suplement; la entrevista se emitirá el próximo sábado, pero la emisora filtró un avance, de aproximadamente un minuto, en el que la diputada manifestaba su opinión sobre el modelo familiar que ella consideraba mejor para la sociedad. En él, se puede escuchar a Gabriel expresar opiniones muy similares a las de otros y otras a lo largo de la Historia; en este sentido, podemos remontarnos a los socialistas utópicos, especialmente a Fourier.
Las reacciones al fragmento de entrevista publicado, que no es toda la entrevista, recalco, dejan en un lugar muy delicado a la prensa. En primer lugar el periódico conservador La Vanguardia, actualmente participado por Silvio Berlusconi a través de Mediaset, que fue el primero en abrir fuego contra la señora Gabriel; después ha seguido un crescendo de descalificaciones y titulares manipulados de numerososo medios, no todos ellos adscritos a la derecha reaccionaria, que han entrado en una suerte de competición consistente en superar la grosería intelectual inmediatamente anterior a la propia. Sin miramientos ni escrúpulos.
Naturalmente, esto solo obedece a la necesidad de aumentar las ventas o suscripciones de unos medios que tienen como misión principal difamar a todo aquel que se muestre crítico con el "statu quo". La aparición de una amenaza tan leve como Podemos, ha bastado para encender todas las alarmas de los que no preveían, ni en la peor de sus pesadillas, un cuestionamiento de sus privilegios.
A este fin sirven con fidelidad centenares de periodistas con contratos precarios, que pueblan unas redacciones españolas que, a su vez, están dirigidas por gerentes que han de dar cuenta de los resultados financieros, mucho antes que de la calidad de la información que sale de las impresoras o cuelgan sus redactores en las redes.
No es necesario decir que los enemigos de la señora Gabriel, los accionistas que exigen elevados dividendos y los defensores a ultranza del sistema, son las mismas personas que también conocemos como "los mercados".