La gala de los premios Goya 2019 ha sido la mejor de los últimos años, algo que ya predispone a la benevolencia con el reparto de premios, aunque este año la benevolencia no es necesaria: los premios importantes se los han llevado quienes se los tenían que llevar: el inmenso Antonio de la Torre de "El Reino" y Susi Sánchez por "La enfermedad del domingo", con un trabajo soberbio. Por cierto, atención a Greta Fernández, hija de Eduard e inminente estrella. Al tiempo.
Aunque, como era de esperar, el Goya a la mejor película no se lo ha llevado la mejor película, sino una bienintencionada y tierna oda al cine de Capra, en perfecta coordinación con el éxito en taquilla. "Campeones" es agradable a la vista, lacrimógena sin excesos y útil para hacer entender que algunas personas no dejan de serlo por tener sus capacidades organizadas de acuerdo a criterios distintos a los habituales. Fesser toca bien las cuerdas sensibles del espectador y el espectador lo agradece.
El premio a la mejor actriz revelación para Eva Llorach es justicia a borbotones, la actriz murciana se come a la insulsa Najwa Nimri, algo fácil, y a Natalia de Molina, algo difícil, muy difícil.
La gala fue, por primera vez en años, la Gala. Después de muchos bochornos, Andreu Buenafuente y Silvia Abril demostraron que se pueden hacer cosas dignas y entretenidas, sin necesidad de insultar la inteligencia de los que queremos ver al cine español en lo más alto siempre, siempre, siempre. Y tampoco es necesario abusar de nuestra paciencia, de verdad.
Bien la Gala, bien los premios, muy bien la gente que no tuvo miedo a expresar compromiso político y social en voz alta.
¡Hasta el año que viene!