Ayer se celebraba en España el aniversario de la proclamación de la II República; en algunas partes se celebraba, además, la expectativa de la III o de una primera circunscrita a alguna de las comunidades autónomas - singularmente en Cataluña y el País Vasco-.
Todos los anhelos me parecen legítimos, todos; y defiendo sin fisuras que mis paisanos catalanes, como también los vascos, gallegos, canarios o cualquiera, sean lo que quieran ser. Y que puedan decidirlo democráticamente a través de un referéndum. Sentirse parte de un lugar u otro, es una cuestión de sentimientos que casa mal con la razón y los encorsetamientos legales.
Ayer, cuando las celebraciones eran tan variopintas - y antagónicas-, cuando todas ellas eran irreprochables, alegres y pacíficas, yo no albergaba dudas sobre dónde estaba mi sitio, dónde quería estar: en Sol, enarbolando la hermosa tricolor.
No sé dónde me llevará la vida, menos en estos tiempos ásperos y difíciles, pero sé perfectamente que mi corazón, mi cabeza y mi anhelo de libertad solo cobran sentido dentro de la República Española; así, con mayúsculas. La República es la Generación del 27 y la del 50, el jazz, los héroes del Ejército Popular Republicano, la Institución Libre de Enseñanza, las primeras palabras de amor, la Escuela de Barcelona, las leyes de igualdad, la "nouvelle vague", el sufragio universal, es luz en nuestra casi siempre oscura historia. Es, también, referente indispensable en mi proceso de toma de conciencia. Conciencia republicana, claro está.
Yo soy, siento y pienso de una manera concreta a causa de muchos factores, evidentemente, pero la existencia de la II República es uno de los esenciales. A partir del conocimiento de la historia republicana me acerqué, me acercaron, a la literatura, el cine, la política. Sin la República el camino hubiera sido otro, no sé sí mejor, pero otro muy distinto.
Por todo esto, ayer, miraba emocionado las imágenes que llegaban de Sol: allí estaban los míos, allí se reivindicaba la mejor España, la que quiero. La que hace y hará que cada 14 de abril grite: ¡ Viva la República!