Hoy, el gobierno ultraderechista que, para nuestra vergüenza, todavía no hemos echado, ha dado un paso más en su camino para devolvernos al Pleistoceno: la ministra de Sanidad, Ana Mato, ha anunciado que llevará un proyecto de ley al Congreso para excluir a lesbianas y mujeres solteras de las prestaciones de la sanidad pública, en materia de reproducción asistida.
Naturalmente, esto no tiene nada que ver con la falta de recursos que el mismo gobierno ha provocado con su política de austeridad a ultranza: excluir a las lesbianas y a las mujeres solteras, de esta concreta prestación, es una cuestión ideológica: el Gobierno decide qué tipo de familia es la correcta y, todavía más, a quién podemos amar o convenir un proyecto de vida en común.
Estas disposiciones no tienen otro objeto que lograr un retroceso de cincuenta años o más para la sociedad española. Nada más. No nos consideran aptos para gobernarnos, mucho menos para contravenir sus privilegios de origen divino - el derecho natural al que se acogen los fundamentalistas cristianos, para combatir todos los avances sociales-.
No es posible seguir tolerando esta situación, que debemos revertir. Para eso es necesario entender que no se trata de sustituir a unas personas por otras, o cambiar unas siglas: tenemos que arrebatar el poder a la oligarquía burguesa. A la mayor brevedad, porque nos va la libertad en ello.