miércoles, 23 de septiembre de 2015

Fernando Trueba y su premio

Han provocado urticaria las palabras de Fernando Trueba en la entrega del Premio Nacional de Cinematografía, con el que había sido distinguido por su trayectoria profesional. Es algo que me ha molestado, pero que no me ha causado ninguna extrañeza.

Trueba, director sobrevalorado donde los haya, no hizo más que dar voz a los que nos sentimos perdedores de la guerra de la Independencia: ojalá hubieran ganado los franceses, y con ellos la escuela pública, el laicismo, el amor por la cultura, los grandes museos nacionales, etc.
El director, en efecto, dijo no sentirse español, no reconocerse en patria alguna; esta es una vieja batalla que algunos sostenemos ya sin esperanzas de victoria, aunque la terquedad sea un gran acicate.
Se le ha recriminado que reniegue de la nacionalidad y coja el dinero: es algo absurdo, él coge un dinero que le dan por un trabajo realizado sin cometer delitos, con independencia del valor cultural que merezca ese trabajo. Todos cobramos por nuestro trabajo o deberíamos hacerlo, eso no es incompatible con el sentimiento de ajenidad, incluso aversión, a una comunidad nacional. No es bueno mezclar las lentejas con las banderas. Llevados por ese criterio no podríamos formular crítica alguna al país que nos vio nacer o, en caso de hacerlo, no podríamos recibir ayuda o sueldo alguno aunque nuestra conducta cívica fuera intachable.

Las patrias no son sagradas, son convenciones que sirven para que los pobres les hagan las guerras a los ricos (he perdido la cuenta de las veces que he escrito esto mismo) y se ubican en la zona visceral de nuestro cerebro, incluso en las gónadas, nunca en la razón. En la Razón, que diría Robespierre.

Trueba tiene todo el derecho a satisfacer su ego con agasajos y dinero, mientras reniega mil veces de la patria que la casualidad le ha asignado. Yo le entiendo perfectamente: soy de unas pocas ciudades, de unas cuantas películas y, finalmente, de unas pocas patrias que ya no existen. No me pelearía por ninguna de ellas, no iría a ninguna guerra por ellas y, por supuesto, no le exigiría a nadie que renunciase a un premio por no compartir mis neurosis.

Añado, y concluyo con ello: lamento que un admirador declarado de Billy Wilder se haya visto obligado a alegar falta de entendimiento de sus palabras o en la intención y el tono con que fueron pronunciadas; lo lamento porque es una nueva victoria de los talibanes de cualquier patria; y, con toda franqueza, siempre preferiré a un tipo simpático que admira a Billy Wilder, antes que a unos chalados a lomos de sus banderas voladoras.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

En memoria de Carlos Sahagún, poeta.

En la muerte de Carlos Sahagún no queda otra que recordarlo de la mejor manera que se puede hacer con un poeta: leyendo, que no diciendo, sus versos.

Renuncio a morir

Era el otoño y la hoja de aquel árbol
temblaba. También yo, también nosotros
teníamos un temblor nuevo, una nueva
y enfebrecida tarde. Como el mar
que rompe hacia las rocas y las vence,
así eras tú, estudiante. Conocía
tu soledad, tu cuerpo, desde antes
de ver tu cuerpo y ver tu soledad.
« ¿Estudias mucho? » «Estudio poco.» «¿Vives
poco?» « No, vivo mucho.» Parecía
que tus palabras me arrastraban, era
todo tan nuestro de verdad, tan bello
de verdad, tan sencillo. Me acordaba
de aquel niño lejano que aún creía
en Dios, en sus milagros. (Madre, madre,
un día vendrá Dios hasta los pobres
y hará justicia.) Mientras, era el campo,
fijamente mirábamos el campo
verde, universitario, lentamente
se humedecía la yerba. Era de oro
la hoja del árbol y temblaba, era
no sé de qué tu corazón y abría
sus puertas a la yerba verde y húmeda.
Náufragos del jardín, resucitábamos,
llegábamos a amarnos, me perdía,
me salvaba, dudé, toqué las llagas
de aquel paisaje con los dedos como
se toca un árbol, una flor, un cuerpo:
para creer. Olía a vida. Se
respiraba la vida. De repente
alguien, el viento, nos dejó sin libros,
nos hizo dioses. Y quedamos solos,
frente a frente, mirando aquellos campos
solitarios, y libres, y vencidos,
a nuestros pies. Podía renunciarse
a morir ante aquel milagro. «Pero
¿me escuchas, me comprendes, vas conmigo?»

Era el otoño y la hoja de aquel árbol,
que era de oro de verdad, temblaba.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Notas a bote pronto de un blogger

1.- Que las emociones no nos hagan olvidar que la estancia de los refugiados entre nosotros será larga, incluso definitiva.
2.- Que la posibilidad de una larga, incluso definitiva, estancia, no nos haga olvidar que tratamos con seres humanos y, por tanto, debemos ayudarlos en todo lo que podamos. Es un deber moral ineludible.
3.- Angela Merkel no se ha vuelto bondadosa de repente: ha visto el milagro de cientos de miles de esclavos potenciales para la industria alemana, a los que todavía podrá pagar menos que a griegos, italianos o españoles. El mismo cuento puede aplicarse a David Cameron.
4.- Sea cuál sea la resolución de la crisis, sabemos algo cierto: España ha vuelto a quedar a la altura de su tradición chapucera y cobarde con los poderosos.
5.- Hay dos imágenes, además de la del cadáver del pequeño sirio ahogado entre Turquía y Grecia, que marcarán nuestra memoria: los policías checos marcando a los refugiados en los andenes de un pueblo fronterizo y los cruceros de lujo cruzándose con las barcas neumáticas, llenas a rebosar de refugiados, en las aguas del Egeo.
6.- Espero que, finalmente, la dignidad de Europa no quede en la de unas pocas ciudades. No soy optimista.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Porque conocía el nombre de los peces... - Carlos Barral


Porque conocía el nombre de los peces,
aún de los más raros,
y el de los caladeros, y las señas
de las lejanas rocas submarinas,
me dejaban revolver en las cestas,
tocarlos uno a uno, sopesarlos,
y comentaban conmigo abiertamente
las sutiles cuestiones del oficio.
Porque entendía de nudos y de velas
y del modo de armar los aparejos,
me llevaban con ellos muchas veces;
me regalaban el quehacer de un hombre.
Sentía con orgullo
enrojecérseme las manos al contacto del cáñamo,
impregnarme
un fuerte hedor a brea y a pescado.
Sabía casi todo de aquella vida simple,
de aquel azar diario y primitivo.

Sólo que aquella ciencia era lujosa.
No supieron contarme
o no pude entender cómo era aquello
en los días peores, las amargas
semanas de paciencia,
cuando el viento del norte
roe las entrañas y se harta la pupila
de escudriñar los cielos,
en los días confusos,
cuando el mar de borrosos contornos
es sólo como un cascote de vidrio
semienterrado en el fango,
un desagradable incidente o una trampa
para los que pasan corriendo
ciegos bajo la lluvia.

martes, 1 de septiembre de 2015

Me viene a la cabeza...

1.- Los promotores del llamado "procés per la independència", la derecha conservadora de CDC,  sus circunstanciales aliados de la izquierda nacionalista y organizaciones sociales diversas, no han gastado ni un minuto de su tiempo en explicar cómo será el nuevo estado que piensan crear. Hay que decir que nadie se lo ha exigido hasta hace cuatro días, como dice aquel.
2.- De todo el espectro independentista, son los conversos los que con más vehemencia defienden el carácter taumatúrgico de la independencia.
3.- Leo aprovechando estas tardes de agosto con luz otoñal.
4.- Creía yo que este verano no me iba a ver marcado por el estigma de la palidez, las calles de Barcelona andaban llenas de pálidos; pero ha sido agonizar agosto, y llegar todos los adictos a la droga ultravioleta: Barcelona vuelve a ser moderna y cosmopolita.
5.- Deberíamos hacer una recopilación de iniciativas ciudadanas inútiles y, después, pedirnos explicaciones.
6.- Ha muerto Wes Craven que a mí, la verdad, pues eso...
7.- Reiteremos nuestra fe inquebrantable en las bondades del cachopo. Amén.
8.- ¿Alguien le ha dicho a Felipe González que sus opiniones le importan una mierda a la mayoría de los votantes menores de cuarenta años?
9.- Tengo una vecina nueva: demasiado delgada, alta, morena; creo que debe ser jugadora de baloncesto o enferma. No puedo dejar de mirar cuando está en su terraza.
10.- Cierra La Negra y Criminal, una maravilla de librería. Incluso para los que no somos especialmente aficionados a la novela negra (y criminal)
11.- Número impar entre el 10 y el 12.
12.- El próximo miedo que nos inocularán: "tcharmiles" marroquíes.
13.- Artur Mas será abuelo en 2016. #noupaís
14.- Una tostada con aceite y pimienta te arregla el ánimo.
15.-  Ingrid hubiera cumplido cien años.
16.- Bye.