jueves, 28 de abril de 2016

Poesía - Jorge Arbenz

Todo el mundo recita
acompañado:
una guitarra, saxo tenor, chelo, piano,
mandolina;

recita sus versos
recita los ajenos,
todo el  mundo recita.

El día nueve al médico de cabecera,
para pedirle pañales y Paracetamol.
El día veintinueve
a sellar el paro,
otra vez. De nuevo.

Todo el mundo recita
acompañado:
una guitarra, saxo tenor, chelo, piano,
mandolina;

recita sus versos
recita los ajenos,
todo el mundo recita.

Menos los que negocian
su entrada en el Gobierno

los que hacemos cola
para las recetas

los que hacemos cola
para sellar el paro

Todo el mundo recita
y las estudiantes
no llevan tacones,
ni los necesitan
Ellas no.

martes, 26 de abril de 2016

Poesía - Jorge Arbenz

En aquellos días

tal vez un poco antes

noté la mirada displicente
de la vida
Con una
sonrisa apenas esbozada

extendía su brazo izquierdo
con el puño cerrado

(ahora sé que para despedirse)

y
separando el dedo pulgar señalaba
graciosamente hacia abajo

La vida tenía
para mi sorpresa
todos los rostros conocidos







viernes, 22 de abril de 2016

Quería ser de la gauche divine - Jorge Arbenz

Esta noche ha venido
la ciudad que amo.
Quiero creer que a buscarme.

Frecuentaba sus calles más turbias y
era feliz en ella, así lo recuerdo.

La amo desde mucho antes de esta noche,
desde antes de conocerla;
cuando la leí en Barral o Marsé, entre otros.
Quise, lo confieso, formar parte de la gauche divine.

Ella ha venido y yo dormiré,
otra vez, joven.
No toda la verdad queda en la memoria.


miércoles, 20 de abril de 2016

La mirada - Eduardo García

Hay un dolor más hondo.
Hay una más profunda mordedura.
Un peor desenlace de tinieblas.
Una bala que acecha tus latidos.

Más allá del vaivén de los deseos.
Más allá de palabras sin orillas.
Más allá de la súbita desgracia.
Más allá del insomnio y la caída.

Mírale, ya llegó; es el desprecio.
No puedes sostener esa mirada.
Observa cómo escoge a quien más quieres.
Contémplate en sus ojos de verdugo.


Nos ha dejado Eduardo García, un poco más solos en un mundo un poco más feo.

viernes, 15 de abril de 2016

La República de los maestros.



"De todas las historias de la Historia
sin duda la más triste es la de España,
porque termina mal. Como si el hombre
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza."

De "Apologia y petición", Jaime Gil de Biedma.

Unas horas caminando por el centro de mi ciudad, Barcelona, permiten contemplar las máscaras de la pobreza: carteristas, mendigos, manteros, limpiacristales o putas. Detrás de todas ellas, seres humanos con idéntico e inalienable derecho a una vida digna.
Dicen los señores del dinero que la crisis ha terminado, pero, frente sus irrefutables estadísticas, se alza la firme terquedad de los hechos o, como diría Eduardo Galeano, la existencia de los nadie.

Hace 85 años, una España más pobre que la de hoy, pero con la misma visión fatalista de la vida, se dolía por la corrupción de sus pudientes y la miseria de todos los demás.
Un grupo de intelectuales y políticos consiguió encender la conciencia apagada de los españoles, llevando la alegría y la esperanza  a las calles, a las plazas. En uno de los pocos actos colectivos de soberanía que se le recuerdan, la ciudadanía dio vida a la República y forzó el exilio del rey ladrón, Alfonso XIII.
La República, muy prudente en sus procedimientos y objetivos, quiso redimir a España sacándola de los confesionarios para meterla en las aulas.
Desgraciadamente, más hecha para la dialéctica que para la guerra, la República no supo entender que los enemigos seculares de la libertad estaban resueltos a acabar con ella, fuera cuál fuera el precio que hubieran de pagar los españoles.

Cuando, en las últimas semanas de guerra, los fascistas se acercaban a Alicante, un grupo de maestros y altos cargos del ministerio de Instrucción Pública se organizaron  para que, los niños y adolescentes que vivían en la ya exigua zona gubenamental, siguieran con sus estudios; existía la firme convicción de que la República podía perder la guerra, pero los muchachos y muchachas no podían perder el curso de ninguna manera.
Esta anécdota refleja, como pocas, el espíritu que prendió las última luces de España.

Honremos su memoria.

jueves, 14 de abril de 2016

Poesía - Jorge Arbenz

Adelante artista
tus labios rojos en la playa
tus labios rojos al sol
a la sal
Ya hablaremos
ya quedaremos
ya tomaremos algo Cualquier cosa

en una tarde perdida

Adelante
artista
hermosa
actriz
bailarina
escritora
no te pares

cómo me alegro

Tus labios rojos para comerlos

comerlos
cómo como la carne

El zaguán de la casa racionalista en
la playa sus cubiertas de bóveda
sus célebres muebles tu manía de fumar dentro
el whisky caro la bisutería barata
el zaguán de la casa su puta madre

Adelante
artista
hermosa
actriz
bailarina
escritora
qué te calles

domingo, 3 de abril de 2016

Escribir

Yo empecé a escribir por prescripción docente, porque alguien creyó que tenía cosas para decir y decirlas me liberaría de otras enquistadas en algún lugar de mi cuerpo, de mi alma o de algo mío que resultaba doloroso. Así fue como empecé a emborronar hojas y hojas en blanco, justo como hago ahora, hace treinta y cuatro años.

Llegué a escribir con avidez. Había descubierto el placer oculto de la escritura a mano: me inclinaba sobre las hojas apiladas en orden meticuloso, casi irritante, acariciaba el bolígrafo o la pluma y comenzaba un camino que nunca sabía a dónde me llevaría.
Se apartaban los problemas hasta desaparecer, y ya no tenía más que concentrarme en mi vida de escritor.

Ahora mismo he acabado de ordenar los folios y colocar la luz, sigo escribiendo con bolígrafo: mi vieja Montblanc duerme el sueño de los justos, pero todavía la pongo sobre la mesa, para que nos acompañe.