jueves, 16 de septiembre de 2010

Letters from Iwo Jima ( Clint Eastwood - 2006)


El gigante con el que morirá el gran cine, Clint Eastwood, realizó entre 2004 y 2006 dos películas sobre la batalla de Iwo Jima: la primera desde el punto de vista norteamericano - Flags of our fathers-, y la que es objeto de esta entrada - Letters from Iwo Jima-.
La primera de ellas, es una bienintencionada cinta sobre las dificultades de los héroes de guerra, cuando pierden su condición y dejan de interesar a la opinión pública. Eastwood refleja la vida de los hombres que izaron la bandera de los Estados Unidos en la isla de Iwo Jima, después de una sangrienta batalla que costó la vida de veintisiete mil hombres de los dos bandos.

Letters from Iwo Jima contempla la batalla desde el punto de vista japonés, presentando a los soldados nipones como seres humanos y, lo que parecía imposible en una película americana, convirtiendo al comandante en jefe de los veinte mil defensores de la isla, el general Kuribayashi, en un héroe de intachable moral y grandes dotes militares, dominado por las dudas, puesto que se ve obligado a luchar contra un país al que admira profundamente - como pasaba, curiosamente, con otro de los héroes japoneses de la II GM, el almirante Isoroku Yamamoto-.
El general , magnífico Ken Watanabe, y un soldado raso, Saigo, que interpreta el cantante Kazunari Ninomiya, soportan el peso de esta obra maestra, que se eleva junto al otro gran alegato contra la guerra que ha dado el cine: Senderos de gloria, del maestro Kubrick.

Eastwood relata con precisión exquisita los preparativos, para la defensa de la isla, de los soldados japoneses, que paulatinamente irán descubriendo que también deben prepararse para una muerte segura. La película nos retrata a unos soldados con miedo a la muerte, con escasa predisposición para la guerra y que actúan de una manera concreta porque apenas pueden hacer otra cosa. Durante la larga espera se escriben las cartas que dan título a la película, y que fueron realmente encontradas por investigadores japoneses y norteamericanos, muchos años después de acabada la guerra.
Consagrado como un cineasta inmenso, el genio de Carmel, repasa las grandes cuestiones que impregnan la vida de unos hombres a los que sólo espera la muerte en combate: el honor, la camaradería, el deber, el miedo y la incapacidad para entender las verdaderas razones de la guerra.

Cabe destacar la delicada fotografía de Tom Stern y la espléndida banda sonora compuesta por el mismo Eastwood que además, y en contra de sus costumbres, modificó el guión constantemente. La película está completamente rodada en japonés, cosa que hizo palidecer a los productores norteamericanos y convirtió al director en una de las personalidades, extranjeras, más respetadas en Japón.