domingo, 8 de noviembre de 2009

De las maneras de despertarse - Jorge Arbenz

Me he despertado pronto, como siempre hago y, tal y como me pasa desde hace unos días, he pensado en lo mucho que me gustaría tenerte aquí, a mi lado. O yo al tuyo, que para estas cuestiones es la misma cosa. Me gustaría que estuvieras aquí, para apartarte el pelo de la cara y darte uno de mis torpes besos. También te abrazaría, te prepararía el desayuno y volvería a abrazarte. O tú a mí, que para estas cuestiones es la misma cosa. Probablemente querría besarte de nuevo, libar el azúcar de tus labios. Te pediría que tocaras algo al piano y acariciaría tu cara, arriesgándome a parecerte inmaduro o algo peor. Escucharía la caída del agua cuando te estuvieras duchando y escribiría una "Oda al agua que cae sobre el cuerpo de la mujer que amo". Te secaría el pelo y te lo apartaría de la cara para besarte de nuevo; estoy seguro de ello porque nunca he tenido una imaginación desbordante. Qué fácil sería olvidar mi vida llena de rutinas.
En este momento me faltan las palabras y lo lamento, porque estaba a punto de explicarte que me gustaría cenar contigo en tu restaurante preferido - es que yo no tengo-. Espera, ahora recuerdo lo que quería decirte: " Te parecerá pronto o absurdo, pero creo que eres la mujer de mi vida".
Me hubiera gustado escribirte todo esto como si hubiera sido un poema, pero la poesía nace de la tristeza, pero yo sólo he necesitado pensar en ti para que se hiciera la luz y desapareciera mi triste condición de poeta.