viernes, 12 de noviembre de 2010

El estado de la nación, ¿ o nacion?

Políticos
Cuando abrí este blog tenía la sana intención de hablar regularmente de política, pero los políticos - que no la política- me han asqueado tanto que apenas me refiero a ellos y a su actividad principal.
Vivimos en un país desnortado, a merced de una casta política que no ve, ni quiere ver, más allá de sus muchos intereses de clase.
Las tensiones que están protagonizando los nacionalistas no son casuales: ellos pretenden debilitar al Estado, que es garantía frente a los excesos tribales, pero también mejor y más capaz gestor de los servicios públicos, algo que los nacionalistas - pertenecientes todos ellos a la derecha, camuflada o no- tratan de eliminar. El Estado no debe existir para que puedan alcanzar sus objetivos económicos.

Benedicto y los laicos
El pontífice romano ha visitado España, que no ha dejado de ser católica en las moquetas de los ministerios. La Iglesia tiene todavía mucho poder económico aunque haya perdido arraigo social. Al inquisidor Ratzinger se le trata con sumisión, incluso cuando ataca el ordenamiento jurídico que se han dado los españoles a si mismos. Acusa a los españoles de laicos radicales y miente: él es un fino intelectual de elevada cultura, sabe que el laicismo es tolerancia y búsqueda de espacios de convivencia en el que habitan ateos y católicos practicantes, entre otros.
Me reafirmo en la necesidad de avanzar hacia el ideal libertario, que es un largo camino.

Cine
Ha muerto Berlanga, me acabo enterar y añado este párrafo. Es una mala noticia porque con él se enterrará una etapa esplendorosa de la cultura española, que arranca a principios del siglo XX y eclosiona con la II República. Pese a la dictadura franquista, el caldo de cultivo de la Edad de Plata alumbró a gente como Fernán Gómez, Ciges, Alexandre, Azcona, Bódalo, López Vázquez, Rabal, las hermanas Gutiérrez Caba, los Isbert, Riaza, etc. Hoy nos enfrentamos a la dureza del abismo: ahí están los alegres muchachos surgidos de las teleseries, con sus cuerpos esculpidos en los gimnasios y su aversión por las bibliotecas. Es un día triste, muy triste. Sólo nos queda Erice, al que no dejan trabajar.

Marruecos
La impunidad con que el gobierno marroquí, uno de los más corruptos del mundo, se comporta en el Sáhara, sólo se explica mediante la acumulación de intereses económicos franceses y norteamericanos en el riquísimo subsuelo de nuestra antigua colonia.
Se demanda a España una energía diplomática que brilla por su ausencia, pero en realidad da igual: España carece de toda relevancia en el concierto de las naciones decisivas y vive fiada a la "campechanía" y a las dotes persuasivas del Rey con sus amigos del Golfo.

Conclusión o epitafio
No soy capaz de albergar esperanzas con respecto a España: desmantelado el Estado, es cuestión de tiempo la victoria de las tribus, mucho más débiles frente a las grandes multinacionales y la banca; también más leales a los verdaderos amos.