Ayer vinieron a reparar la secadora y la lavadora, que habían tenido a bien estropearse juntas, supongo que una cuestión elemental de camaradería: la de no quedarse una sola ante el peligro, sin ayuda de la otra. El caso es que dos amables muchachos nos cobraron precios alemanes, dado que alemanas son las marcas de las dos, aclaro.
El responsable de arreglar los achaques de la secadora, muy agradable y simpático, cobró 94 euros por unos cincuenta minutos de trabajo que consistió en desmontar la parte frontal del electrodoméstico y limpiar el interior.
El técnico de la lavadora, todavía más agradable y simpático que el primero, cobró 79 euros por una jornada laboral de CATORCE MINUTOS, no sin advertir que la máquina estaba en "muy buenas condiciones", aunque tenía cal adherida en "los conductos" ( ¿ urinarios?)
En fin, lo llaman democracia y no lo es. No tengo nada más que añadir.