domingo, 16 de mayo de 2010

España desarbolada

Desde hace tiempo, tengo la sensación de vivir en un país que no sabe muy bien hacia donde va. Hay un estado generalizado de desencanto, que afecta a casi todos los aspectos de la vida social, política y económica. Se trata de hechos que, tomados aisladamente, no merecerían más que una reprobación puntual, pero que creo deben tomarse como parte de un conjunto.

El juez Baltasar Garzón, único juez español que ha aplicado la doctrina de justicia universal sobre los crímenes contra la Humanidad al régimen franquista, se ha visto apartado de su puesto en la Audiencia Nacional, a causa de la querella presentada contra él por el sindicato neofascista Manos Limpias y el partido Falange Española; es decir, al único hombre que se había propuesto sentar en el banquillo al régimen surgido del golpe de Estado del 17 de julio de 1936, se le aparta de su carrera por las presiones de los herederos políticos de la dictadura.
La Transición se cerró en falso sobre la desmemoria de la izquierda, dejando en sus puestos a los mismos que habían propiciado el franquismo y a los que lo habían perpetuado: jueces, policías, militares, altos funcionarios, banqueros, empresarios.

En Alicante, un instituto ha tenido que cerrar sus puertas y cesar en su actividad por la actitud violenta de un adolescente, al que se ha expulsado en varias ocasiones, sin ningún resultado y sin que las autoridades autonómicas hayan hecho otra cosa que certificar su inoperancia y la defunción de la educación pública.
Éste de la destrucción de la educación pública, ha sido un proceso impulsado por quienes no creen en los servicios públicos, sin otro horizonte que debilitar todo lo que huela a Estado, suprimiendo cualquier posibilidad de una sociedad más justa, con mayor igualdad de oportunidades.

La presentación de las medidas contra la crisis por parte del Gobierno, han supuesto un pequeño terremoto para los ( pocos) que todavían pensaban que el PSOE era un partido de izquierdas; José Luis Rodríguez Zapatero desgranó una serie de medidas ajustadas como una horma a la ortodoxia neoliberal, después de que Barak Obama y, antes, Jean-Claude Trichet, le exigieran una reacción para que el sistema no se vaya a hacer gárgaras. Debe quedar claro que la prioridad de las medidas no es arreglar la situación de los millones de parados, por poner un ejemplo, no: las medidas quieren mantener a toda costa el sistema que ha propiciado una vida de lujo a los responsables directos de la crisis financiera, que continúan cobrando sueldos astronómicos y obteniendo beneficios obscenos - de 20.000 millones de euros la banca española, en 2009-. La actitud de la oposición ha sido la prevista: deleznable. Tenemos una clase política tan mediocre y tan falta de talento, que deberíamos reflexionar seriamente sobre los motivos que nos impulsan a votarlos.

Como a los regeneracionistas del 98, a mí me duele España, no ésta claro, la que perdimos, la que pudo ser, quiso ser, pero no le dejaron. Nos la quitaron los mismos que ahora abuchean a un juez mediocre pero honrado y con agallas; los que siguen amasando fortunas sobre las dificultades de tantos y todavía quieren más; los que no quieren que los hijos de los trabajadores accedan a una buena educación porque necesitan una clase social sumida en la total precariedad, para poder explotarla y para usarla como un trapo.