viernes, 28 de mayo de 2010

La fruta

Estaba muy nerviosa por la cita, tanto como si fuera la primera. De hecho, era como la primera: nunca antes había conocido a un hombre a través de las redes sociales, y mucho menos había accedido a tener una cita.
Cuando llegó al café buscó la mesa que estaba cerca de la puerta que daba a la plaza. Esperó. Tenían muchas cosas en común y él la hacía reír constantemente; a veces tenía la sensación de conocerlo desde hace muchos años, cosa que a él también le pasaba. O eso creía.
No sabía como se llamaba, pero le hacía gracia ese juego de identificarse como frutas. A mí puedes llamarme Naranja - dijo ella, pensando en la abuela Amparo-.
Al poco apareció Marta, su mejor amiga, que no pareció sorprendida de encontrársela tan lejos del barrio. Ella se contrarió, porque no quería que él y su amiga se conocieran tan pronto. Marta se dirigió a la mesa con una gran sonrisa: Hola, amor, soy Pitaya. Ella se levantó y se marchó.