La casa Louis Vuitton, dedicada al diseño y manufactura de unos complementos de lujo, ha decidido complementarse de lujo con unos condones de a cincuenta euros la pieza.
Antes que nada, dejaré claro que estoy a favor del sexo seguro, de las posibilidades lúdicas de los condones de sabores y en contra de la imbecilidad. Por todas estas cosas, no me compraré jamás uno de estos condones, salvo que me garanticen una erección de treinta minutos sin contratiempos clínicos y unos orgasmos más que múltiples con la chica más bonita de la clase ( y, por supuesto, a ella también) No veo otra razón para comprar por cincuenta euros algo que encuentras, por muchísimo menos, en una farmacia de las buenas, es decir, no de las que tienen los chinos al lado del taller de falsificaciones, encima del dormitorio para catorce y que usan también como almacén del bar. Con todo, ya digo que los chinos me parecen más razonables que los dispuestos a gastarse cincuenta euros en un globo de látex, sean de la nacionalidad, raza o confesión religiosa que sean.
Después de despotricar un rato, vuelvo a mis menesteres. En la foto de arriba, el condón de marras. Agur.